Restaurante Dominó
El completo debe ser uno de los bocados más transversales y delicioso de nuestra gastronomía. Conocido en todos los rincones del país, de norte a sur, perfectamente podría aparecer en medio de la bandera o el escudo nacional, aunque si tuviéramos que buscarle su lugar en el mundo a tan emblemática preparación sin duda alguna sería aquí, en esta fuente de soda que hoy en día es toda una institución: el Dominó.
Restaurante Dominó
Ubicación: Agustinas 1016, Santiago.
Horario: Lunes a Viernes, 08:00 – 19:00.
El completo debe ser uno de los bocados más transversales y delicioso de nuestra gastronomía. Conocido en todos los rincones del país, de norte a sur, perfectamente podría aparecer en medio de la bandera o el escudo nacional, aunque si tuviéramos que buscarle su lugar en el mundo a tan emblemática preparación sin duda alguna sería aquí, en esta fuente de soda que hoy en día es toda una institución: el Dominó.
El completo debe ser uno de los bocados más transversales y delicioso de nuestra gastronomía. Conocido en todos los rincones del país, de norte a sur, perfectamente podría aparecer en medio de la bandera o el escudo nacional, aunque si tuviéramos que buscarle su lugar en el mundo a tan emblemática preparación sin duda alguna sería aquí, en esta fuente de soda que hoy en día es toda una institución: el Dominó.
Fue fundada por Pedro Pubill en 1952 —años intensos de vida nocturna en el centro de la capital donde destacaban las luces y risas del cabaré Zepellin o el restaurante Il Bosco, entre tantos otros—, y su nombre proviene del juego de mesa que él y su familia disfrutaban durante los fines de semana. Inspirado en el modelo americano de negocios coloridos y comida sencilla, originalmente comenzó con una carta que ofrecía bebidas refrescantes y donas, pero al no obtener el éxito esperado giró hacia el “hot-dog”, que rápidamente se popularizó como lo que hoy conocemos como completo.

Fue fundada por Pedro Pubill en 1952 —años intensos de vida nocturna en el centro de la capital donde destacaban las luces y risas del cabaré Zepellin o el restaurante Il Bosco, entre tantos otros—, y su nombre proviene del juego de mesa que él y su familia disfrutaban durante los fines de semana. Inspirado en el modelo americano de negocios coloridos y comida sencilla, originalmente comenzó con una carta que ofrecía bebidas refrescantes y donas, pero al no obtener el éxito esperado giró hacia el “hot-dog”, que rápidamente se popularizó como lo que hoy conocemos como completo.
Fue cuestión de tiempo para que la extensa barra de este local se convirtiera en refugio de cientos de santiaguinos que la visitaban día a día. Era panorama obligado para quienes iban a realizar trámites a la capital o punto de encuentro de políticos y oficinistas, además de figuras de las artes y el espectáculo que por los años setenta y ochenta lo visitaban luego de las funciones del Teatro Municipal o del Gran Palace. Con el correr de los años, la variedad de ingredientes que acompañaban a la “vienesa” fueron el camino que pavimentó el Dominó para conquistar la tradición y el buen sabor, algo que también nació en voz de los propios clientes que gustaban combinar distintos productos, tal como ocurrió con la “turca”, bautizada así por el origen de un cliente que siempre pedía una vienesa con berros, mayonesa y salsa verde. Con tanto éxito, expandirse más que una ambición parecía una obligación. En 1995, un segundo Dominó en la calle Huérfanos inaugura una seguidilla de sucursales en otras comunas y centros comerciales y, por si fuera poco, el año 2006 se abre el primer local lejos de Santiago, luego otro y otro y así sucesivamente, construyendo una de las cadenas de comida rápida más queridas y conocidas del país.
No cabe duda que hoy en día, y con más de 30 locales a lo largo del terruño, la marca Dominó brinda en cada uno de sus sándwiches y completos la inigualable calidad de un “italiano suave a la mayo” o un “dinámico al rojo”, pero fue precisamente en este lugar, en Agustinas 1016, a mediados del siglo pasado, donde se forjó una identidad nacional a través de su comida, un gusto por lo simple y sabroso, pero por sobre todo la necesidad de reunimos para compartir y celebrar nuestra cultura, aquí en la barra o sentados en una mesa.
Fue cuestión de tiempo para que la extensa barra de este local se convirtiera en refugio de cientos de santiaguinos que la visitaban día a día. Era panorama obligado para quienes iban a realizar trámites a la capital o punto de encuentro de políticos y oficinistas, además de figuras de las artes y el espectáculo que por los años setenta y ochenta lo visitaban luego de las funciones del Teatro Municipal o del Gran Palace. Con el correr de los años, la variedad de ingredientes que acompañaban a la “vienesa” fueron el camino que pavimentó el Dominó para conquistar la tradición y el buen sabor, algo que también nació en voz de los propios clientes que gustaban combinar distintos productos, tal como ocurrió con la “turca”, bautizada así por el origen de un cliente que siempre pedía una vienesa con berros, mayonesa y salsa verde. Con tanto éxito, expandirse más que una ambición parecía una obligación. En 1995, un segundo Dominó en la calle Huérfanos inaugura una seguidilla de sucursales en otras comunas y centros comerciales y, por si fuera poco, el año 2006 se abre el primer local lejos de Santiago, luego otro y otro y así sucesivamente, construyendo una de las cadenas de comida rápida más queridas y conocidas del país.
No cabe duda que hoy en día, y con más de 30 locales a lo largo del terruño, la marca Dominó brinda en cada uno de sus sándwiches y completos la inigualable calidad de un “italiano suave a la mayo” o un “dinámico al rojo”, pero fue precisamente en este lugar, en Agustinas 1016, a mediados del siglo pasado, donde se forjó una identidad nacional a través de su comida, un gusto por lo simple y sabroso, pero por sobre todo la necesidad de reunimos para compartir y celebrar nuestra cultura, aquí en la barra o sentados en una mesa.